El lugar de donde nos visita, ¿existe?

3 de enero de 2011

Autoanálisis bloguesco I

A principios de noviembre empecé a escribir un autoanálisis basado en las entradas publicadas en el blog. Tanto el análisis y mis digresiones se volvieron tan extensos que comencé a poner fechas a cada ocasión en que escribía. Durante el transcurso del mes, lo que comenzó como el post explicando mi ausencia de cinco meses se convirtió en mi actual diario. Y resulta tan catártico y tan liberador escribir ahí que lo estoy continuando, siendo el "proyecto" al que más me he dedicado.

Ahora, mientras me duchaba, como tantas otras fantásticas conclusiones que tengo mientras me estoy duchando (tal vez hay algo en el masajeo del cabello que permite una mejor recepción de ideas), me di cuenta que estoy entrando en una nueva etapa/período de mi vida. Es el primer período independiente de mi crisis de fin de año, ocurrida a finales de 2009.

En realidad, la crisis es sólo el epítome de un problema concebido unos cinco meses antes. Los dos últimos períodos giran directamente alrededor de él; el primer período está relacionado sólamente en que finaliza con la concepción. He logrado explicármela (aunque aún no estoy completamente satisfecho) por medio de tres períodos. Cariñosamente los he llamado Intelectualoide arrogante (el primero), Depresivo en estado de crisis (el segundo) e Indiferente melancólico (el tercero y último).

La crisis es un evento en mi vida que nunca podré comprender. Cuando regrese a reflexionar sobre ella de nuevo seré capaz de remover el velo que me impide observar lo que ocurrió. Pero el problema es que detrás de ese velo hay otro y cuando remueva ese otro siempre habrá uno más. Y así sucesivamente, hasta que haya removido tantos que ya no reconoceré el evento reflexionado.

Muchas cosas han cambiado a lo largo del año. Mucho he cambiado a lo largo del año. Por primera vez en mucho tiempo puedo decir que me siento bien. No me siento permanentemente triste y he comenzado a trazar proyectos y desear cosas a futuro. Las vacaciones en El Salvador serán inconsolablemente largas pero me siento seguro pensando que algo bueno saldrá de todo esto. Al volver acá noté que me he reconciliado con mi familia, dejando atrás muchos resentimientos que estaban causándome cáncer. He comenzado a sentir cosas que pensé que no volvería a sentir y al mismo tiempo son sensaciones nuevas. También estoy comenzando a disfrutar los cambios que me llevaron a desembocar aquí y, a veces, agradezco que cosas terribles me hayan ocurrido; me dieron lecciones que no olvidaré nunca y me hacen lo que ahora soy.