El lugar de donde nos visita, ¿existe?

1 de diciembre de 2009

en una empresa multinacional (I)

Ahora había una manifestación en el centro y habían cerrado varias calles. Justamente la calle que donde pasa el bus que me lleva a mi casa. Salí a las diez, y esa zona no es la más cómoda para caminar. Encima estaba lloviendo y yo andaba chancletas y un short, couldn't get any better.

Llegué a la parada para no ver nada y darme cuenta que la calle estaba cerrada. Caminé a la siguiente parada y eventualmente comprendí que no estaba pasando por ahí tampoco. Caminé hasta la siguiente parada... nada. No conocía la siguiente parada así que me fui por la calle equivocada y deambulé por san telmo cerca de quince minutos, mientras seguía lloviznando. Preguntando me dijeron que no tomara ese bus y que me fuera en otro, justamente cuando vi pasar uno en la dirección contraria. Seguí esa calle, pregunté un poco más y di con una parada donde sí pasaba el bus a pesar de la manifestación.

Me subí al bus y seguí maldiciéndolo (bus de mierda, cerote cabrón culero animal pendejo) y a la manifestación (estúpidos cerotes los detesto por qué mierdas la hacen cuando yo estoy trabajando acá y está lloviendo seguramente voy a tener que soplarme como veinte más de estas mientras trabaje aquí) y me senté y bueno, me senté ajá.

En el camino había un tipo a la par mía que se paró porque ya se iba a bajar. Cuando se acercaba el bus a una parada, vi a un dálmata que se paró (bueno, estaba sentado ¿se entiende?) y se puso ansioso. La cola empezó a moverse y él también daba vueltas y sacaba la lengua. La cola se movía más. Se bajó el tipo del bus y el perro le empezó a ladrar. El tipo lo saludó, lo acarició y se fueron juntos a su casa. Había un tipo sentado en una grada esperándolo también, un amigo de él. Yo no vi al amigo hasta después; en el momento sólo tenía la imagen del perro ladrándole al tipo, los dos caminando juntos por la vereda.

Las cosas bellas tienen un precio, pero vale la pena.

No hay comentarios: