Es en la meseta de una montaña donde estaba el campamento en el que iban a asesinar a evangelino reyes. es en la tienda gris donde está evangelino, retrasado mental cuarentón y peludo, que asiente tímidamente frente a los gritos y puteadas de su hija rubia, de unos once años, que en su histeria lo culpa de su propia condena, por no decir que él no mató a ninguna niña, que es él la persona equivocada a condenar. salvar a un hombre de una muerte que no le pertenece.
Era un día con una densa niebla, en la parte más dura del invierno. árboles estériles sin hojas que secarse, la tierra permanecía permanentemente húmeda y el alma se escapaba en cada exhalación.
adentro de la tienda había unas gradas que bajaban a otra parte de la montaña. una vez abajo, evangelino, su hija (que ahora era china y tenía el pelo negro) y yo comenzamos a correr por un pasillo muy ancho. En pleno mediodía había llegado la muerte disfrazada de hombres con chaquetas y sombreros rojos y pantalones y botas negras. era ya primavera cuando nos atacó el primero, un hombre pequeño, que tumbamos al piso con los brazos. el segundo era gordo y no fue hasta que le pegué con el brazo derecho que pude hacerle daño. mi brazo izquierdo no tenía fuerza.
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