Fue cuando me desperté, jadeante, sudada y con las piernas muy apretadas, que comprendí qué había ocurrido en el sueño. Había soñado con el viento, que me levantaba la falda y jugaba con mis piernas; me convertía en hoja que flota pero nunca cae al piso, siempre bailando en el aire. Me hablaba el viento con la voz andrógina de Chavela Vargas, gritándome así te gusta así te gusta. pues sí, así me gusta.
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