Hacer la revolución en uganda no es fácil. Después de haber logrado la liberación de españa, crucé la frontera dispuesto a hacer un ejército guerrillero. pero no conozco el idioma de esos revolucionarios y tampoco sé nada de guerras o militares; poco útil resultó la clase de economía después de todo. Busqué alguien que se uniera a mi causa pero sólo encontré llanuras secas, casas abandonadas y campesinos flacuchos y amargados. "Esto no estaba en los libros" pensé mientras revisaba en mi chaqueta de revolucionario si todavía andaba el cigarro.
Cuando me lo dieron, mis compañeros dijeron que debía atesorarlo, que no todos los días un personaje como él te regala uno, menos aún te invita a fumarlo. En su momento no pensé que fuera gran cosa; la próxima semana tendría una nueva clase suya.
Así que ahí estaba, sentado en un campo de café al lado de la frontera con españa. Perdido, solo, con calor y sueño, busqué en el bolsillo de la chaqueta. "Al menos me queda el cigarro del Ché", me dije.
1 comentario:
El único error que le veo a este relato, es la brevedad, y el hecho de que se haya ido triunfante de España (cosa que mis fuentes niegan) y luego se haya ido solo e inexperto a otro país.
Un saludo fraternal.
el aludido
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